PRESENTACIÓN

Hola chic@s este es un blog creado especialmente para la asignatura "Literatura Universal" en donde iré subiendo poco a poco trabajos, exposiciones y alguna que otra cosa que pueda resultar interesante respecto a este asombroso mundo de la literatura.

martes, 29 de noviembre de 2016

Vittoria Colonna

Victoria Colonna (Marino, abril de 14901 – Roma, 25 de febrero de 1547), marquesa de Pescara, fue una poetisa e influyente intelectual del Renacimiento italiano.
Era hija de Fabrizio Colonna, de la noble familia romana de los Colonna, y de Agnese di Montefeltro, descendiente de la familia ducal de Urbino. Los Colonna, aliados de la familia Dávalos, concertaron el matrimonio de Vittoria con Francisco Fernando de Ávalos, noble napolitano de origen español, cuando era todavía una niña.
Francesco Ferrante debió partir a la guerra, a las órdenes de su suegro, para combatir a favor de España contra Francia. Fue hecho prisionero en la batalla de Rávena, en 1512, y deportado a Francia. Durante el tiempo en que Francesco fue prisionero, él y su esposa mantuvieron una apasionada correspondencia.

Más adelante se convirtió en oficial del ejército de Carlos V y fue gravemente herido en la batalla de Pavía, el 24 de febrero de 1525. Vittoria corrió a reunirse con él en Milán, pero antes de llegar le sorprendió la noticia de su fallecimiento en Viterbo.

Cayó en una depresión, llegando incluso a pensar en el suicidio, pero la superó con la ayuda de sus amigos. Durante esta época escribió sus Rimas espirituales. Tomó la decisión de retirarse a un convento en Roma, e hizo amistad con varios eclesiásticos que trataban de impulsar una corriente reformista dentro de la Iglesia Católica, entre los cuales se encontraba el español Juan de Valdés.
Su obra literaria comprende poemas de amor, dedicados a su marido, las Rimas, subdivididas en Rimas amorosas y Rimas espirituales, inspiradas en el estilo de Francesco Petrarca, y composiciones en prosa de tema religioso, entre las cuales están el Pianto sulla passione di Cristo y la Orazione sull’Ave Maria. Sus obras se imprimieron por primera vez en Parma en 1538, pero poco después aparecieron nuevas ediciones: en Florencia y Venecia, respectivamente.

lunes, 28 de noviembre de 2016

POEMA DE PETRARCA

Cuando me paro a contemplar los años                                      Exclamación
que han esparcido huyendo mis pensamientos                           Metáfora
y apagado el fuego donde helándome ardí,                                 Contraposición
y acabado el descanso de mis afanes,                                           Paradoja
rota la fe de los amorosos engaños,                                              Hipérbole
y en dos partes todo mi bien dividido,                                         Apóstrofe
una en el cielo y otra en la tierra,
y perdido el provecho de mis daños,
en mi vuelvo, y me encuentro tan desnudo
que siento envidia por cualquier extrema suerte:
tanto dolor y miedo de mi tengo.
¡Oh mi estrella, oh Fortuna, oh Hado, oh Muerte,
oh para mí siempre dulce día y cruel,
como me habéis puesto en tan bajo estado!


  • ¿En qué versos encuentras una frase clave sobre el carácter introspectivo del poema?
En la primera frase: Cuando me paro a contemplar los años... se puede encontrar la introspección.


PETRARCA

Cuando me paro a contemplar los años
que han esparcido huyendo mis pensamientos 
y apagado el fuego donde helándome ardí,
y acabado el descanso de mis afanes,
rota la fe de los amorosos engaños, 
y en dos partes todo mi bien dividido,
una en el cielo y otra en la tierra,
y perdido el provecho de mis daños,
en mi vuelvo, y me encuentro tan desnudo
que siento envidia por cualquier extrema suerte:
tanto dolor y miedo de mi tengo.
¡Oh mi estrella, oh Fortuna, oh Hado, oh Muerte,
oh para mí siempre dulce día y cruel,
como me habéis puesto en tan bajo estado!


¡MALTRATO, SE ACABÓ EL TRATO!


En clase hemos leído un fragmento de este libro escrito por Cristina de Pisan.
Me ha parecido interesante que en esa época ya existieran mujeres que empezaran a darse cuenta de lo que realmente pasaba y de la sociedad tan machista en la que vivían. Lamentablemente hoy en día, a pesar de haber una constante lucha por los derechos de la mujer siguen pasando cosas que son lamentables y da pena que hoy en día exista tal pensamiento implantado aún. Sin ir más lejos en la ciudad en la que vivo hace menos de una semana se cometió un acto denigrante y un caso más en España que tiene que ver con la violencia de género, actos como estos me hacen sentirme realmente incómoda y perder la fe en que algún día todo esto termine ya que lamentablemente a pesar de vivir en una cultura moderna y tener pensamientos más libres sigue existiendo eso que existía hace siglos y viene atormentándonos desde tiempos remotos: el machismo.

El machismo es una expresión derivada de la palabra macho, definido como aquella actitud o manera de pensar de quien sostiene que el varón es por naturaleza superior a la mujer.


Mi pensamiento no tiene nada que ver con esto, yo pienso que todos somos iguales, da igual nuestro género, nuestra raza, nuestras religiones, el color de piel... hemos nacido humanos y por tanto todos merecemos ser tratados por igual, con el mismo respeto, ya que nadie puede considerarse superior a nadie. Hay gente que considera que el feminismo es igual que el machismo pero que pone por encima a las mujeres y he de decir que esto no es así.





El feminismo es un conjunto heterogéneo de movimientos políticos, culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la liberación de la mujer y reivindicación de los derechos de las mujeres,así como cuestionar la dominación y la violencia de los varones sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género.

Lo único que busca el feminismo es que a la mujer se le deje ser libre y se le deje de poner estereotipos tan misóginos como el cuidado de la casa o los niños, o que tan solo sirve para cocinar, planchar o limpiar. Somos mucho más que eso, podemos hacer lo mismo que hacen los hombres e incluso mejor y aún así hoy en día se nos sigue pagando un salario menor que el que tiene un hombre. 
¡Mujer, no dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer, quiérete a ti misma, lucha por lo que quieres lograr y no olvides que tienes los mismos derechos que cualquier hombre, que cualquier persona tiene que tener!

¿Amor o egoísmo?

Hemos escuchado en clase la historia de un rey que amaba mucho a su hija y no quería que ella se
fuera de su lado así que para que alguien se casara con ella tenía que pasar una prueba muy difícil 
(por no decir imposible), el valiente que se atreviera a pedir la mano de su adorada hija tendría antes que subir una colina con la doncella en brazos, si superaba esa prueba tendría la aprobación del rey para tomar a su hija. Un joven, hijo de un conde, se había enamorado de ella y esta le correspondía, para ayudarle en la prueba le envía a ver a su tía para que le de una poción que le ayudará a recuperar fuerzas.
El joven no se toma la pócima a pesar de la insistencia de la doncella ya que se ve capaz de subir hasta lo más alto por ella, está ciego de amor, y al llegar a la cima muere de agotamiento, ella también muere al no poder soportar el dolor de ver a su amado morir y desde entonces a esa colina se le llama "La colina de los amantes".
Mi opinión personal respecto a este texto es que realmente el rey tenía un amor egoísta hacia su hija, era tanto su capricho que no vio el daño que le estaba causando a aquello que tanto quería y al final terminó perdiéndola por culpa de su egoísmo.


lunes, 21 de noviembre de 2016

Los dos amantes

Sucedió antaño en Normandía una aventura muy famosa de dos jóvenes que se amaron y murieron víctimas de su amor. Los bretones los recordaron en un lai que tuvo por título Los dos amantes.
 Fuera de toda duda está que en Neustria, que nosotros llamamos Normandía, hay una montaña maravillosamente alta. En su cumbre yacen los dos jóvenes. En un lugar al pie de esta montaña, un rey, señor de los pitrenses, tras haber reflexionado y con muy buen acuerdo, hizo construir una ciudad. Tomó ésta el nombre de Pitres, en recuerdo de sus pobladores, y ese nombre se ha conservado hasta hoy; aún existen la ciudad y las casas. Bien conocemos la comarca que se llama Valle de Pitres. El rey tenía una bella hija, doncella muy cortés. No tenía más hijo ni hija. Fue pretendida por nobles caballeros, que mucho hubieran dado por conseguirla. Pero el rey no quería entregarla, pues no podía vivir sin ella ni prescindir de su compañía: día y noche estaba a su lado. La pequeña le consolaba de la pérdida de la reina. Muchos le criticaban por ello; hasta los suyos se lo censuraban. Cuando el rumor adverso se generalizó, al rey le pesó mucho, y sintió gran tristeza. Comenzó entonces a pensar en cómo podría salir airoso del trance sin entregar a su hija. Para ello, hizo público en todas partes que quien pretendiese desposarla habría de cumplir un requisito: era decisión inquebrantable del monarca que debería llevarla en brazos hasta la cumbre del monte cercano a la ciudad, sin pararse a tomar aliento. Cuando la nueva fue conocida y difundida por la comarca, muchísimos lo intentaron y no obtuvieron nada a cambio. Alguno hubo que, en su esfuerzo, alcanzó a subirla hasta la mitad del monte, pero no podían llegar más lejos; les era imposible continuar con su preciosa carga entre los brazos. Largo tiempo permaneció así la doncella, sin que nadie intentase solicitarla. En la comarca había un doncel, gentil y bello, hijo de un conde. Se esforzaba en cosas difíciles, con ánimos de sobresalir. A menudo habitaba en la corte del rey, y llegó a enamorarse de su hija. Muchas veces le suplicó que lo amase y le concediese su amor. Como era esforzado y cortés, y el rey lo tenía en gran estima, ella le otorgó su amor, y él se lo agradeció humildemente. Hablaban juntos con frecuencia y se querían con lealtad, y hacían lo posible por no ser descubiertos. Esto último les pesaba sobremanera, pero el joven pensaba que más valía sufrir estas molestias que precipitarse y echarlo todo a perder. Amarga era, sin embargo, para él esta situación. Mas ocurrió que en cierta ocasión llegó el doncel, tan sabio y bello, hasta su amiga. Le hizo partícipe de sus pesares y, dolorosamente, le pidió que se fuese con él; no podía resistir más. Si la pedía a su padre, sabía bien que éste la quería tanto que no se la concedería, a no ser que la subiese antes en brazos hasta la cumbre de la montaña. La doncella le respondió: -Amigo, bien sé que no podríais llevarme, no sois ni mucho menos tan vigoroso. Si me fuese con vos, mi padre sentiría tanta cólera como dolor, y su vida no sería sino un martirio. Siento por él un cariño tan grande que no quisiera enojarlo. Debéis tomar otra decisión, pues de ésta no quiero ni oír hablar. Tengo una tía en Salerno, mujer rica, de elevadas rentas. Hace más de treinta años que habita allí. Ha practicado tanto el arte de la física que es muy experta en medicinas y conoce numerosas hierbas y raíces. Si vos quisieseis ir a verla, llevarle cartas de mi parte y darle cuenta de vuestra aventura, ella procuraría poner remedio. Os dará tales electuarios y os proporcionará tales bebedizos que os reconfortarán por completo y os proveerán de gran vigor. Cuando volváis a esta región, me solicitaréis a mi padre. Os considerará muy niño aún, y os dirá lo anunciado: que no me entregará a ningún hombre, si no lleva a cabo la hazaña de transportarme en brazos hasta el monte sin descansar. Aceptad esta condición, pues no hay otro remedio. El doncel escuchó atentamente el consejo de la doncella. Muy alegre está, y agradecido. Después pide a su amiga licencia para partir, y se encamina hacia su casa. Allí se provee a toda prisa de ricos paños y dineros, de caballos y palafrenes. Consigo se ha llevado a sus hombres más dignos de confianza. Parte, llega a Salerno y, una vez allí, va a visitar a la tía de su amiga. De su parte le da un mensaje escrito. Cuando la dama de Salerno lo ha leído de cabo a rabo, lo retiene a su lado hasta conocer por extenso su situación. Luego, fuerzas le da con sus medicinas, y le suministra un brebaje tal que jamás estará tan agotado y abatido que no pueda refrescarse todo el cuerpo, las venas y los huesos, y que no recobre todo el vigor, tan pronto como lo haya bebido. Él guarda el bebedizo en un pequeño frasco y se lo lleva a su país. A su regreso, el doncel, alegre y contento, no se detuvo en sus tierras. Fue directamente a pedir al rey la mano de su hija: tomaría a ésta en brazos y la trasladaría hasta la cumbre de la montaña. El rey no le ocultó en modo alguno que lo tenía por gran locura, porque era demasiado joven. ¡Tantos valientes y sabios varones lo habían intentado sin conseguirlo! Por fin, le fija un día para la prueba. Llama a sus hombres y a sus amigos, a cuantos puede encontrar. De todas partes vienen gentes para ver a la joven y al doncel que ha emprendido la aventura de llevarla hasta lo alto del monte. La doncella, mientras tanto, se prepara; se priva de alimentos, ayuna para adelgazar y hacerse más ligera, con el fin de ayudar a su amigo. El día señalado, el doncel llegó antes que nadie, y no olvidó el brebaje mágico. Por su parte, el rey condujo a su hija a la pradera, junto al Sena, donde una inmensa muchedumbre se había congregado. La doncella no viste sino una túnica. El joven la coge entre sus brazos y le entrega la botellita con todo su preciado líquido. Él piensa que no va a traicionarle tan milagrosa pócima, pero yo temo que le vaya a servir de muy poco, pues no hay en él mesura alguna. Parte velozmente con ella, y sube la pendiente hasta la mitad. Por lo alegre que está de tenerla en sus brazos, no se acuerda del bebedizo. Ella le va viendo cansado. -Amigo -dice-, bebed, os lo ruego. Sé bien que os halláis fatigado. ¡Renovad vuestro vigor! El doncel le responde: -Bella, siento mi corazón fuerte como al empezar. Por nada del mundo me detendré el tiempo necesario para beber, mientras pueda dar tres pasos más. La multitud nos gritaría, y su clamor acabaría por aturdirme; no tardaría mucho en verme turbado. Por eso no quiero detenerme. Cuando llevaban subidos los dos tercios de la pendiente, por poco se caen. La doncella le ruega sin cesar: -Amigo, ¡bebed vuestra medicina! Pero él no quiere hacerle caso. Con gran angustia continúa la marcha, hasta que al final llega a la cumbre del monte. Pero tan agotado está que allí cae, para no levantarse más: el corazón le ha estallado dentro del pecho. La doncella mira a su amigo, piensa que ha sufrido un desmayo. Se arrodilla a su lado, intenta darle el brebaje. Pero él ya no podía responderle. Así, tal como os lo digo, murió. Ella llora a grandes gritos. Después arroja y hace añicos el frasco que contenía el bebedizo. El líquido se esparce y riega la montaña. Toda la comarca se tornó fértil. Muchas buenas hierbas crecieron por efecto del brebaje. Ahora os hablaré de la doncella. Nunca tuvo un dolor tan grande como la pérdida de su amigo. A su lado se acuesta, entre sus brazos le retiene y aprieta, de continuo le besa ojos y boca. El duelo le quebranta el corazón. Y allí murió la doncella, la que era tan discreta, sabia y hermosa. El rey y cuantos esperaban, viendo que no volvían, siguen su pista hasta encontrarlos. A la vista de los cadáveres, el rey cae en tierra, desvanecido. Cuando puede hablar, muestra signos de gran duelo, igual que todos los demás. Tres días los dejaron sobre la tierra. Luego buscaron un sarcófago de mármol, y allí depositaron a ambos jóvenes. El entierro tuvo lugar en la misma cumbre de la colina. Después, todos volvieron a sus casas. Por la aventura de los jóvenes recibe la montaña el nombre de «Los dos amantes». Todo ocurrió como os he dicho. Los bretones hicieron de ello un lai. . 
FIN


MARÍA DE FRANCIA

María de Francia (en francésMarie de France) fue una poeta nacida en Isla de Francia (Francia en aquella época) que vivió en Inglaterra a finales del siglo XII. No se sabe prácticamente nada de su vida, aunque escribió en anglo-normando, una clase de lengua de oïl hablada entre las élites de Inglaterra. Aunque los eruditos no conocen la identidad de María de Francia, el nombre se ha deducido de una de sus obras: «Marie ai nun, si sui de France...» (en español, «Mi nombre es María, y soy de Francia...»). Fue la primera poetisa en lengua francesa, y sus obras son una de las primeras muestras del amor cortés en la literatura. 
Aparece como autora de tres obras en la segunda mitad del siglo XII, cuando eran escasas las mujeres que se ocupaban del menester literario. Se nos descubre como cultivadora de un género, el lai, y como una extraordinaria escritora, que servirá de modelo a no pocos de los narradores que seguirán la senda de la Materia de Bretaña y de la narrativa en verso.
Sólo se pueden establecer conjeturas en torno a la figura de María: el hecho de que firme una de sus obras, el Ysope, diciendo que es "de Francia" parece indicar que se encontraba lejos de su tierra natal cuando lo escribía. 
De la mano de María de Francia salieron al menos tres obras: los Lais, la colección de Fábulas (el Ysopet) y el Espurgatoire Saint Patrice. La primera es una colección de doce narraciones ambientadas en el mundo maravilloso y fantástico de Bretaña, inspiradas en las composiciones musicales de juglares bretones de lengua celta.

jueves, 17 de noviembre de 2016

ACTIVIDADES: DIÁLOGO ENTRE ANDRÓMACA Y HÉCTOR.

·                     Observa la relación entre diálogo y narración:

DIÁLOGO      NARRACIÓN


«¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas de tu hijo, aun tierno, ni de mí, infortunada, que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares, que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matólo el divino Aquiles cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios, Teba, la de altas puertas: dio muerte a Eetión y, sin despojarlo, por el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas monteses, hijas de Zeus, que lleva la égida. Mis siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al Hades el mismo día; pues a todos los mató el divino Aquiles,el de los pies ligeros, entre los flexípedes bueyes y las cándidas ovejas. A mi madre, que reinaba al pie del selvoso Placo, trájola aquél con otras riquezas y la puso en libertad por un inmenso rescate; pero Ártemis, que se complace en tirar flechas, hirióla en el palacio de mi padre. Héctor, tú eres ahora mi padre, mi venerable madre y mi hermano; tú, mi floreciente esposo. Ahora, pues, compadécete de mí y quédate aquí, resistiendo en lo alto de esta torre ¡no conviertas en huérfano a tu hijo ni a tu mujer en viuda! A tus huestes detén cabe la higuera, que por allí la ciudad es accesible y el muro más fácil de escalar. Los más valientes los dos Ayantes, el célebre Idomeneo, los Atridas y el fuerte hijo de Tideo con los suyos respectivos ya por tres veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto: alguien que conoce los oráculos se lo indicó, o su mismo arrojo los impele y anima.»
Contestóle el gran Héctor, el de tremolante casco:
«Todo esto me da cuidado, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de rozagantes peplos, si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila entre los troyanos, manteniendo la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo. Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón: día vendrá en que perezcan la sagrada Ilio, Príamo y el pueblo de Príamo, armado con lanzas de fresno. Pero la futura desgracia de los troyanos, de la misma Hécaba, del rey Príamo y de muchos de mis valientes hermanos que caerán en el polvo a manos de los enemigos, no me importa tanto como la que padecerás tú cuando alguno de los aqueos, de broncíneas corazas, se te lleve, sumida en lágrimas, privándote de la libertad que tenías en los días de antaño. Y, quién sabe, tal vez, allá en Argos, tejas luego una pieza de tela, a las órdenes de otra mujer, o vayas por agua a la fuente Meseide o Hiperea, muy contrariada porque la dura necesidad pesará sobre ti. Y quizás alguien exclame, al verte derramar lágrimas: “Ésta fue la esposa de Héctor, el guerrero que más se señalaba entre los troyanos, domadores de caballos, cuando en torno de Ilio peleaban.” Así dirán, y sentirás un nuevo pesar al verte sin el hombre que pudiera librarte de la esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga tus clamores o presencie tu rapto.»
 Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre amoroso y la augusta madre. Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó así a Zeus y a los de más dioses:


«¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los troyanos a igualmente esforzado; que reine poderosamente en Ilio; que digan de él cuando vuelva de la batalla: “¡Es mucho más valiente que su padre!”; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya muerto, regocije el alma de su madre.»
 Esto dicho, puso el niño en brazos de la esposa amada, que, al recibirlo en el perfumado seno, sonreía con el rostro todavía bañado en lágrimas. Notólo el esposo y compadecido, acaricióla con la mano y le dijo:


«¡Desdichada! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Hades antes de lo dispuesto por el destino; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde o valiente, puede librarse una vez nacido. Vuelve a casa, ocúpate en las labores del telar y la rueca, y ordena a las esclavas que se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos en Ilio, y yo el primero.»
 Dichas estas palabras, el preclaro Héctor se puso el yelmo adornado con crines de caballo, y la esposa amada regresó a su casa, volviendo la cabeza de cuando en cuando y vertiendo copiosas lágrimas. Pronto llegó Andrómaca al palacio, lleno de gente, de Héctor, matador de hombres; halló en él muchas esclavas, y a todas las movió a lágrimas. Lloraban en el palacio a Héctor vivo aún, porque no esperaban que volviera del combate librándose del valor y de las manos de los aqueos.




·                     Indica la presencia de frases o sintagmas que tengan valor descriptivo (Epíteto épico):
Ejemplos: 

Aún tierno, viuda, divino Aquiles, el de los pies ligeros, el del tremolante casco, de broncíneas corazas, domadores de caballos, nodriza de bella cintura, augusta madre, perfumado seno, bañado en lágrimas, copiosas lágrimas.


* Estas palabras están subrayadas en la parte en la que aparecen arriba en el texto.


DIÁLOGO ENTRE ANDRÓMACA Y HÉCTOR. LA ILIADA.

«¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas de tu hijo, aun tierno, ni de mí, infortunada, que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares, que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matólo el divino Aquiles cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios, Teba, la de altas puertas: dio muerte a Eetión y, sin despojarlo, por el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas monteses, hijas de Zeus, que lleva la égida. Mis siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al Hades el mismo día; pues a todos los mató el divino Aquiles, el de los pies ligeros, entre los flexípedes bueyes y las cándidas ovejas. A mi madre, que reinaba al pie del selvoso Placo, trájola aquél con otras riquezas y la puso en libertad por un inmenso rescate; pero Ártemis, que se complace en tirar flechas, hirióla en el palacio de mi padre. Héctor, tú eres ahora mi padre, mi venerable madre y mi hermano; tú, mi floreciente esposo. Ahora, pues, compadécete de mí y quédate aquí, resistiendo en lo alto de esta torre ¡no conviertas en huérfano a tu hijo ni a tu mujer en viuda! A tus huestes detén cabe la higuera, que por allí la ciudad es accesible y el muro más fácil de escalar. Los más valientes los dos Ayantes, el célebre Idomeneo, los Atridas y el fuerte hijo de Tideo con los suyos respectivos ya por tres veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto: alguien que conoce los oráculos se lo indicó, o su mismo arrojo los impele y anima.»
Contestóle el gran Héctor, el de tremolante casco:
«Todo esto me da cuidado, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de rozagantes peplos, si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila entre los troyanos, manteniendo la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo. Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón: día vendrá en que perezcan la sagrada Ilio, Príamo y el pueblo de Príamo, armado con lanzas de fresno. Pero la futura desgracia de los troyanos, de la misma Hécaba, del rey Príamo y de muchos de mis valientes hermanos que caerán en el polvo a manos de los enemigos, no me importa tanto como la que padecerás tú cuando alguno de los aqueos, de broncíneas corazas, se te lleve, sumida en lágrimas, privándote de la libertad que tenías en los días de antaño. Y, quién sabe, tal vez, allá en Argos, tejas luego una pieza de tela, a las órdenes de otra mujer, o vayas por agua a la fuente Meseide o Hiperea, muy contrariada porque la dura necesidad pesará sobre ti. Y quizás alguien exclame, al verte derramar lágrimas: “Ésta fue la esposa de Héctor, el guerrero que más se señalaba entre los troyanos, domadores de caballos, cuando en torno de Ilio peleaban.” Así dirán, y sentirás un nuevo pesar al verte sin el hombre que pudiera librarte de la esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga tus clamores o presencie tu rapto.»
Así diciendo, el esclarecido Héctor tendió los brazos su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre amoroso y la augusta madre. Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó así a Zeus y a los de más dioses:
«¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los troyanos a igualmente esforzado; que reine poderosamente en Ilio; que digan de él cuando vuelva de la batalla: “¡Es mucho más valiente que su padre!”; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya muerto, regocije el alma de su madre.»
Esto dicho, puso el niño en brazos de la esposa amada, que, al recibirlo en el perfumado seno, sonreía con el rostro todavía bañado en lágrimas. Notólo el esposo y compadecido, acaricióla con la mano y le dijo:
«¡Desdichada! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Hades antes de lo dispuesto por el destino; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde o valiente, puede librarse una vez nacido. Vuelve a casa, ocúpate en las labores del telar y la rueca, y ordena a las esclavas que se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos en Ilio, y yo el primero.»
Dichas estas palabras, el preclaro Héctor se puso el yelmo adornado con crines de caballo, y la esposa amada regresó a su casa, volviendo la cabeza de cuando en cuando y vertiendo copiosas lágrimas. Pronto llegó Andrómaca al palacio, lleno de gente, de Héctor, matador de hombres; halló en él muchas esclavas, y a todas las movió a lágrimas. Lloraban en el palacio a Héctor vivo aún, porque no esperaban que volviera del combate librándose del valor y de las manos de los aqueos.


martes, 15 de noviembre de 2016

REDACCIÓN: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS ENTRE AMBOS TEXTOS.


Empezaré por hablar de estos dos textos y en destacar sus semejanzas y diferencias:


  • Las semejanzas de estos dos textos son que en ambos se habla de un mismo animal, en este caso, un insecto: la cigarra, pero no se habla del insecto en sí sino de lo que simboliza.

Por ejemplo, en el texto de Anacreonte simboliza vitalidad, mientras que en el de Esopo simboliza la despreocupación, la libertad, el disfrutar del día a día y todo esto es contrario a lo que hace la hormiga que simboliza el trabajo y el esfuerzo.

  • Las diferencias entre estos textos son, primeramente, su estructura ya que un texto esta escrito en verso y el otro en prosa. Otra diferencia que cabe destacar es el género, un texto pertenece al género lírico mientras que el otro pertenece al género narrativo (ya que es un cuento).
Por último he elegido el texto con el que más me siento identificada:
Me siento más identificada con el texto de Esopo ya que pienso que esta bien el disfrutar de la vida día a día y vivir como si no hubiese un mañana pero siempre hay que tener en cuenta en lo que nos puede pasar en un futuro y ser precavidos.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA. ESOPO.

El sol de verano ardía sobre el campo. La cigarra cantaba a toda voz en las largas horas de la siesta, tranquilamente sentada en una rama.
Comía cuando se le antojaba y no tenia preocupaciones.
Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.

Terminó el verano, quedaron desnudos los árboles y el viento comenzó a soplar con fuerza. La cigarra sintió frío y hambre. No tenía nada para comer y se helaba. Entonces fue a pedir auxilio a sus vecinas, las hormigas. Llamó a la puerta del abrigado hormiguero y una hormiga acudió. La cigarra le pidió comida.
- ¿Por qué no guardaste en el verano cuando abundaba? ¿Qué hiciste?- Le preguntó la hormiga.
- Cantaba - respondió la cigarra.
- ¿Mientras yo trabajaba? ¡Pues ahora baila! - dijo la hormiga dándole con la puerta en las narices. 
Debemos ser prevenidos y pensar en el futuro, para no vernos luego en dificultades.
 

ODA A LA CIGARRA. ANACREONTE.

¡Cuán feliz eres, cigarra,
 cuando en la cima de los árboles, 
ahíta después de beber una gota de rocío, te 
duermes como una reina!
Cuanto te rodea es tuyo,
 y cuanto ves en la llanura
y cuanto produce el bosque. Eres 
amada de los campesinos, 
pues no causas prejuicio en sus campos;
los mortales te honran, 
saludando en ti a la amable mensajera del verano.
Las Musas te aman, y también 
el propio Apolo, que te dio una voz armoniosa.
La vejez no puede alcanzarte, hábil hija de la tierra, tú
que sólo amas el canto, 
tú que no conoces el sufrimiento,
tú que no tienes ni sangre ni carne y que casi te 
pareces a los dioses.


viernes, 11 de noviembre de 2016

HOMERO

Homero es el nombre dado al aedo griego antiguo a quien tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas griegas —la Ilíada y la Odisea—. Desde el período helenístico se ha cuestionado si el autor de ambas obras épicas fue la misma persona; sin embargo, antes no solo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran considerados relatos históricos reales.

Es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental.
Homero concebía un mundo que estaba completamente rodeado por Océano, el cual era considerado padre de todos los ríos, mares, fuentes y pozos.


El estudio de las menciones geográficas en la Ilíada desvela que el autor conocía detalles muy precisos de la actual costa turca y, en particular, Samotracia y el río Caístro, cerca de Éfeso. En cambio las referencias a la península griega, con excepción de la pormenorizada enumeración de lugares del Catálogo de naves, son escasas y ambiguas. Todo esto indicaría que, de haber sido Homero una persona concreta, se trataría de un autor griego natural de la zona occidental de Asia Menor o de alguna de las islas próximas a ella.

SÉNECA

Lucio Anneo Séneca fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue cuestor, pretor y senador del Imperio romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de ministro, tutor y consejero del emperador Nerón.

Séneca destacó como pensador, tanto como intelectual y político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados; a causa de este extraordinario prestigio, fue objetivo tanto de enemigos como de benefactores.

De tendencias moralistas, Séneca pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo y moralismo romano tras la plena decadencia de la república romana. La sociedad romana había perdido los valores de sus antepasados y se trastornó al buscar el placer en lo material y mundano, dando lugar a una sociedad turbulenta, amoral y antiética, que al final la condujo a su propia destrucción.

Séneca es uno de los pocos filósofos romanos que siempre ha gozado de gran popularidad (al menos en la Europa continental; en el mundo anglosajón no fue sino hasta el siglo XX cuando la figura de Séneca se rescató del olvido), como lo demuestra el hecho de que su obra haya sido admirada y celebrada por algunos de los pensadores e intelectuales occidentales más influyentes.

martes, 8 de noviembre de 2016

EJERCICIO: EL BANQUETE (PLATÓN)

Explica cuál es tu idea de la belleza interior y que medio podríamos usar para conseguir que esta belleza física fuera más valorada:

Quería hablar de este tema ya que me resulta interesante y más hoy en día viviendo en esta sociedad en la que vivimos. Hoy en día pocas por no decir casi ninguna persona realmente se fija en la belleza interior, es decir, siempre existen prejuicios antes de conocer a cierta persona.
Mi idea de belleza interior es el preocuparte por aquellos a los que quieres, querer sin importar cuanto daño te hayan hecho, es decir, saber perdonar, querer ayudar a alguien si tiene algún problema, ser bondadoso, por así decirlo ser buena persona.
Desde pequeños se nos exige que a pesar de todo (incluso me atrevería decir que por encima de todo) tenemos que ser buenas personas, pero realmente nadie nos dice ni nos confirma si el camino que elegimos seguir es el camino correcto, es decir el camino bueno, no podemos, no sabemos o no queremos diferenciar lo que está bien de lo que está mal porque para lo que a algunas personas les parece que esta bien, a otras les puede parecer todo lo contrario.
Hay que tener cuidado porque tampoco se puede ser demasiado bueno en esta vida ya que entonces los demás se aprovecharían de ti e incluso puedes llegar a terminar perjudicado físicamente, psicológica mente o emocionalmente, y entonces se cumpliría eso que dicen de: "De tan bueno, tan tonto."
Un medio que se podría usar para que la belleza interior fuese más valorada sería tratar de conocer mejor a una persona antes de sacar una conclusión de ella, fijarse en su personalidad, es decir, no tener ningún tipo de prejuicio antes de si quiera hablar con ella.

EL BANQUETE. PLATÓN

"A continuación debe considerar más valiosa la belleza de las almas que la del cuerpo, de suerte que si alguien es virtuoso del alma, aunque tenga un escaso esplendor, séale suficiente para amarle, cuidarlo, engendrar y buscar razonamientos tales que hagan mejores a los jóvenes, para que sea obligado, una vez más, a contemplar la belleza que reside en las normas de conducta y a reconocer que todo lo bello está emparentado consigo mismo, y considere de esta forma la belleza del cuerpo como algo insignificante. Después de las normas de conducta debe conducirle a las ciencias, para que vea también la belleza de estas y, fijando ya su mirada en esa inmensa belleza, no sea, por servil dependencia, mediocre y corto de espíritu, apegándose como esclavo, a la belleza de un solo ser, cual la de un muchacho, de un hombre o de una norma de conducta, sino que, vuelto hacia ese mar de lo bello y contemplándolo, engendre muchos bellos y magníficos discursos y pensamientos en inagotable filosofía, hasta que fortalecido entonces y crecido descubra una única ciencia cual es la ciencia la belleza. (...) la belleza en sí, que es siempre consigo misma específicamente única, mientras que todas las otras cosas participan de ella de una manera tal que el nacimiento y muerte de estas no le causa ni aumento ni disminución, ni le ocurre absolutamente nada.